sábado, 6 de julio de 2013

"TESIS"

Las sábanas de mi cama se aferraban a no soltarme  tras un sueño profundo y tentador. Mis párpados parecieran estar unidos con pegamento, como si quisiera que nunca la luz encendiera  el café de mis ojos.  Tras un movimiento brusco y memoria aun delirante logré ponerme de pie, pues el despertador a dos metros de mí insistía en detener mi incansable dormir.
Abrí  la ventana, cielo despejado, el verano había llegado a su fin. Veintinueve de septiembre un día más para proponerme poner atención.
Mientras la ligera oscuridad se esfumaba, las gotas heladas en mi espalda detenían mi respiración, agudizando mis sentidos, haciéndome saber la rutina del día, recordándome la rapidez del tiempo y la lentitud de mis movimientos en el eterno meditar durante el baño.
Hoy fue un día como cualquier otro.  El vaso de agua en ayunas, los cinco minutos después de la hora de entrada, la cantidad de escalones después de la puerta que nunca olvido cerrar, el atasco de gel en cada hebra del cabello para asentar los remolinos, la estrepitosa salida. En fin, no logré percibir ni presentir nada.
Hoy no tuve ganas de voltear a ver a nadie y a nada, algo adentro movía de manera apresurada  mis caminados; no toqué la puerta del salón y me senté en la banca de atrás que nadie quiere ocupar. Todo era callado y atento en la primera clase de matemáticas que nunca entiendo y no soporto. Rosario  con su sonrisa de dientes más blancos que los míos, José Carlos con su exagerado interés en todo menos en la clase, haciéndome notar mi tardanza; aunque su puntualidad fuera solo para ocupar el asiento al igual que yo, precisamente a esa hora.
La materia de cada cuerpo celeste puede ser identificada de acuerdo a su espectro, los isótopos del carbono, las necesidades primarias, secundarias y terciarias que conforman la pirámide de no sé quién, la reproducción celular por mitosis, la pareja que decidió hacer sus compras al desnudo y que captó la atención de los televidentes. Con tanta información fue creciendo mi alucine. Las paredes del aula en instantes eran de tantos colores, algunas otras veces me encontré en la Memoria persistente de Dalí donde mi cara era otro reloj blando incapaz de contener su forma. El sudor empezó a cruzar mi frente y las voces iban y venían, hasta que; - ¡Vámonos!-; - El grito de José Carlos me regresó de nuevo.
¿Qué quieres que hagamos hoy saliendo de éste lugar? – Podemos acompañar a la Rosario a tomar una de esas bebidas preparadas para que te pongas al cien, man.
-Con su persuasiva manera de dirigirse a las personas es difícil decir no a mi mejor amigo, y menos si se trata de pasear con Rosario y su figura de reloj de arena y esa natural sensualidad cuando habla o camina.
-Casi caigo al suelo del sueño que no se porqué no me ha dejado, pero está bien, todo sea para ponerme al cien como dices.
Ah!, olvidé mi dinero en casa.
-Ese no es problema, yo invito.
Dos horas más en la charla que abandonaba vagando en revistas y recetas de cocina, a la vez succionando con un popote la bebida azulada con un generoso toque de alcohol y un sabor un tanto raro. Rosario y José no pararon de hablar, excepto para preguntar que era lo que me pasaba, que ni siquiera la bebida me hacia sonreír un poco.
Vinieron a cuento varios temas de charla, junto con ellos las carcajadas que nunca faltan.  Apuesto a que José no paró un segundo de admirar la perfección de Rosario. Pero yo creo que a quien quiere Rosario es a mí aunque sus gustos sean los mismos que los de José Carlos.
José y yo somos los mejores amigos pero nos encontramos en una clase de lucha por los besos de Rosario. Esta vez no supe decir nada y dejé la charla para ellos dos. Caí dormido sobre la pequeña mesa redonda del local.
Al zarandearme Rosario, sentí cómo mis mejillas rechinaban en el vidrio debido al sudor que llegaba de nuevo.
-Mejor será que te llevemos a tu casa antes de que empieces a vomitar las dos gotas de alcohol que has bebido querido compañero.
- Me sugirió José.
En realidad no fue lo que bebí, tal vez sean las píldoras que me recetaron; o mas bien no; ahora recuerdo que olvidé tomarlas.
-Si, mejor vámonos.  Empezará a llover y no traigo parabrisas. Veamos si puedes ponerte en pie, si no,  para llevarte en peso al auto.
- No me podrías.
- Respondí a la sonriente Rosario que con un poco de alcohol se vuelve aun más agradable.
Tras  luchar contra el sin fin de peldaños, agarrado del hombro de José Carlos al fin estaba en casa. Abrí la puerta.
“Amor, adiós, no se puede continuar… ” La canción favorita de Jonás que repite al menos dos veces.
Desde la ventana observé el beso que Rosario tira al aire, al darse cuenta de que estaba yo allí. Apresuradamente sale en su coche.
La desquiciante melodía no fue impedimento para caer dormido, con ganas de dormir por una eternidad. Mi dormir fue profundo, pero sin las pesadillas que me acompañan cuando duermo de día. Ni siquiera saboreé el esplendido guisado que cocina Jonás con carne y verduras; Sin duda tenía sueño.
Jonás siempre dice que duermo de más, que basta con solo seis horas para estar activo durante el transcurso del día.
-¡Eso es mentira!  Yo necesito ocho.
-Creo estás mal bro.
Estudios a adolecentes, han confirmado el mal sueño que los agobia debido a que están creciendo y secretan ciertas sustancias que impiden que concilien el sueño durante la noche. El problema es que yo paso de los diecinueve y no existe razón para que esto suceda todos los días.
Sin duda tenia sueño, repito. Mi sueño nunca fue normal, digo “fue” en lugar de “es” porque ahora el sueño es mi entorno.
José tiene tan buena suerte que la lluvia esperó a que se fuera: Una racha de viento mueve la puerta de la ventana y la azota en la pared astillando el vidrio. Al instante recordé mi ropa tendida en la azotea y apresurado brinco en cinco pasos los diez escalones que me llevan hasta ella.
El cielo demasiado gris, tan gris casi negro, a punto de soltar su considerable cantidad de lluvia… … mi ropa por falta de pinzas a punto de soltarse y caer a la calle. Me apresuro a dar el primer jalón a una de las prendas… …A mi sorpresa, no agarré absolutamente nada más que el puñado de aire;  pensé ¿estoy aún ebrio?
No fue así, intenté con los jeans y pasó lo mismo, cual toro engañado por el torero.
Mi madre me dice siempre que no olvide descolgar del tendedero la ropa, de lo contrario de nada servirá que se haya lavado… … La lluvia comenzó con las primeras gotas violentas que iban siendo consumidas por la sed del concreto hasta convertir el techo en un arroyo.
Como decía,  mi ropa siguió tendida y se lavó una vez más con la tormenta,  yo sentado en uno de los escalones tratando de explicar lo sucedido por más de una hora.
Regresé a mi cuarto, tan disperso como nunca. Mi sorpresa fue cuando me vi a mi mismo dormir en mi cama. No supe qué decir, dudé en acercarme, gritar solo empeoraría las cosas ya que solo delataría mi falta de sobriedad… …Estoy aterrado de cierta manera.
Me acerqué hasta donde dormía y no me pude explicar como puedo estar fuera de mí, estando más consciente que nunca…Soy yo mismo, Ariel Cárdenas. Moví  a mi otro yo que dormía pero nunca despertó. Entonces vino a mi mente lo que no quise que viniera: Si mi parte consciente de mi está fuera de mi cuerpo entonces no queda incertidumbre alguna de que he muerto.
¿Cómo podría estar muerto? ¿Cómo puedo estar muerto? … Sin decirle a José que no es mejor que yo…Sin demostrarle que no lo es… Sin decirle mis problemas a mi madre…Sin haber pedido perdón a Jonás por creerlo poca cosa…Sin haber mejorado  en matemáticas… ¡Ahora cómo saco mis ideas si tengo tanto que expresar  y hacer! Estoy vendado por un enorme silencio en el cual la pared ya no se estremece si canto mis desafinadas melodías. Ya no hay aliento para cantar o gritar, igual ya no hay sentimiento para llorar mi tristeza y mi rabia; soy sólo la consciencia neutral que se sabe así misma.
Estuve vagando alrededor de la manzana cuestionándome  si fui un proyecto sin resultados.
Estuve pensando en Rosario, de cómo la voracidad de José Carlos terminará por devorar su gracia y terminará olvidándose de mí. Pensando en  las tardes de octubre en donde yo no estaré.
De nuevo subí  las escaleras que llegan a mi habitación, en cada paso fui notando la levedad de mi cuerpo, la facilidad con que puedo mover mis pesadas piernas a causa de la falta de ejercicio. Me fui percatando de que poco a poco iba perdiendo la agudeza propia de cada sentido después de haber perdido el tacto desde un principio.
Mi habitación blanca, con manchas de humedad por las goteras, lo ordenado de los pocos artículos con que cuento  no es suficiente para decir que es bonita…El geranio de la ventana logró suavizar la vejez de ésta. La ventana donde muchas noches la lluvia ha arrullado mi sueño y las tormentas que han despertado mi miedo por los truenos. Suficientes rincones donde cansancios y desánimos quedaron grabados y cuatro paredes que resguardaron el vació y la seriedad detrás de una puerta de madera roída por polillas.
En realidad mi plan de vida nunca fue claro, nunca me digné a pensar a futuro, tal vez el reloj ya no me dio partida y se cansó.
¿A caso no es válido vivir solo por hoy: Dejar fuera al futuro que tanto preocupa al pequeño ser,  y que,  ya en conjunto es el tormento de una gran urbe y de una nación entera?
El tiempo es relativo en todos los sentidos, El tiempo y el olmo, el tiempo y la mosca, el tiempo y yo, el tiempo y la canción, el tiempo y la gestación de un nuevo ser, la bomba de tiempo, el tiempo y las estaciones, el tiempo y el intervalo, el tiempo y la tinta que se esfuma, el tiempo y la puerta roída de polillas, el tiempo que tardo en esperar y el tiempo que se me va cuando rio a carcajadas.
Todos los entes amamos y tememos al tiempo de maneras tan distintas que me es estúpido tener que formar un futuro que solo se puede dar sin tener yo que preocuparme por tal.
La mosca se deja llevar por su instinto de ser no pensante;  por así decir; actúa y molesta sin preocupación alguna… Sin llorar la miserable cantidad de días de vida que Dios le regaló.
El olmo que crece rápido o crece lento  en comparación con la mosca. Quieto a no ser por las rachas que lo estrujan,” ve” pasar año tras año cada cual de las estaciones.
La canción de dos minutos que deja tanto que desear y la canción de siete que se torna aburrida. El equilibrio exacto de sonidos y silencios. La canción que si termina se vuelve a tocar… La canción que se ha hecho inmortal con el paso de cien años o más, o todo su contrario.
La bomba de tiempo que no puede esperar más a ser liberada.
El tiempo que las polillas tardarán en devorar la puerta y la misma puerta que dejará de serlo para llenar diminutos vientres. Una puerta de dos metros por uno,  repartida en cada panza segundo a segundo, convertida en nuevos seres destructores que devorarán mas puertas…Entonces si lo pienso bien… ¿Sería una puerta creada para devorar otras puertas?
Soy una razón encerrada en un intervalo que antes y después nunca existió o al menos nunca se dio cuenta… ¿Y quien determina ese intervalo? No lo sé… Algunos lo llaman destino, Otros lo llaman Dios… Yo tal vez equivocadamente lo he llamado reloj.
Ahora viene la parte que no me gusta:
Jonás afirma que su destino es una torre que se va formando con sus actos. Con base a esos actos se llega a un punto único del plano en donde se levanta.
Si uno de los elementos de esa torre es que yo decidí tatuarme, entonces que no me extrañe que algún día que deba donar sangre no lo pueda hacer. Por consiguiente, existe una grandísima probabilidad de que en mi destino a un año esté que no donaré sangre.
Si alguna vez yo decidí golpear a alguien indefenso, que no me extrañe que esa persona ahora no quiera sonreirme cuando se tope con mi abrumador rostro.
Si yo decidí no regar más el geranio de la ventana entonces ¿porqué me extrañaría que se secase?. Y en mi destino se forma una completa probabilidad de que pasaré a no tener ya un geranio en la ventana.
Si yo decidí rapar mi cabello existe una absorbente probabilidad que de volverá a crecer.
Lo cierto es que ninguno de los dos tiene la verdad absoluta por que todo es relativo…Mi madre alguna vez me dijo que usara alguna de las dos razones a según el momento. Hay cosas que cambian con nuestra fuerza de voluntad, algunas otras nunca cambiarán…y vendrán muchas otras más a causa nuestra y muchísimas más llegarán de a gratis porque Dios o el destino o mi reloj así lo dispusieron.
No supe a que hora dejó de llover, hasta que buscando qué hacer, he visto el líquido que se ha inmiscuido entre las grietas del vidrio, el cual deja ver en manera deforme, los edificios que han sido lavados por la lluvia, un sol tan brillante que vuelve a provocar sed en las paredes, Las hijas de la vecina con sus botas de hule saltando en los charcos y chispeando un encajonado espacio.
Estoy esperando que llegue Jonás a despertarme, mi estimado Jonás que llamará a alguien a darme auxilio o echará una cubeta de agua en mi cuerpo y mi sueño se espantará…Juraré dormir solo lo debido y dar el abrazo de cumpleaños a Víctor mi hermano,  aunque sienta yo vergüenza y aunque a mi mamá le parezca raro.
Soy Ariel el gordo, como así me llaman…Mi esencia comienza a irse, Siento que escapo lentamente a otro plano y dejo de ser yo.